El sol de la mañana calienta tu rostro, te sacudes el polvo, -al menos anoche no llovió- piensas. Te pasas las manos en la cara notas que están más sucia que lo que pensabas, -hoy tengo que conseguir donde darme un baño- mientras te levantas con algo de dificultad, porque a pesar de que dormiste unas pocas horas, el piso estaba bastante duro y ya no tienes la juventud y las fuerzas de hace unos años. Te pones las chancletas medias rotas que encontraste en un zafacón cercano, -no serán unas Reefs pero al menos hoy tengo zapatos, te ríes esta calle está que quema- buscar uno de los vasos de fast foods que te quedan y decides comenzar tu día.
La mañana ha estado un poco floja, -ya la gente no es como antes- piensas mientras tu estómago ruge y tu sangre se comienza a acelerar necesitas esas dos cosas para seguir de pie, la comida y la cura.
“Muévete del medio jodio tecato”, escuchas que te gritan de un carro, notas que la luz ha cambiado a verde, te retiras hasta que la luz vuelve a cambiar a roja. Mientras haces esto todos los días una serie de imágenes recorren tu mente. “Él decidió estar ahí, dicen unos”, “¿eso? Eso es un vago”, “ese tecato tiene más chavos que yo”, “no sirves deberían pegarle fuego a todos”, dicen otros tantos, los políticos te quieren sacar de sus ciudades pues ‘afeas’ su pueblo, como si con ellos no fuera suficiente. Te has acostumbrado a escuchar todo tipo de insultos como también todo tipo de prédicas,‘Cristo te ama’ te han dicho algunos, “¿Cómo alcanzar la salvación?” has leído en papeles que te han entregado, aunque muy pocos de ellos se ocupan por hacer un poco más de lo que dicen y han entrado a algún fast food a comprarte un refresco o unas papas, -bueno no me dan un peso, me van a comprar algo- Claro no siempre te topas con personas así, también has conocido algunos pocos que te han dado la mano, te llevan comida, te llevan ropa, te regalan zapatos, no te juzgan, no te señalan, solo quieren verte mejor y dices -coño si existieran más como tú- pero lamentablemente no es así.
Ya es mediodía, sin duda hoy ha sido un mal día, buscas una sombra para contar que has podido hacer hoy, una de tus dos necesidades debes ser cubiertas o algo malo pasará. Mientras cuentas cuánto has hecho el sol alumbra las cicatrices de tus manos, ¡Cuántas historias gritan esas heridas! Nadie, absolutamente nadie, conoce lo que has vivido, es muy fácil llegar a conclusiones – ¿acaso la gente se cree que a mí me gusta vivir así?- te preguntas. No, nadie quiere vivir así.
“Una vez tuve amigos, a veces los veo, tienen sus carros último modelo, familia, trabajo, yo también tuve una familia, un trabajo, estaba cómodo y era feliz no me hacía falta nada, nada hasta que conocí y me enamoré de otra. Ella llenaba mis vacios, ella me consolaba cuando algo salía mal en el trabajo, me hacía el amor cuando mi esposa se negaba, ella, ella pasó a ser mi todo, ahora mismo ella es mi todo, mi familia se fue, mis amigos me dieron la espalda, solo quedamos ella y yo, en esta calle, pidiendo dinero para poder mantenerla” piensas nuevamente. Notas que aún te falta, alejas tu mente de todo pensamiento del pasado, -eso ya se fue, este es mi presente, mi presente al cual no puedo dominar- vuelves a la calle hay trabajo que hacer y vicios que mantener.

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